SANTO DOMINGO, República Dominicana. El Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE) dijo que la conmemoración del 180 aniversario de la Constitución fundacional de la República Dominicana, proclamada en la ciudad de San Cristóbal, el 6 de noviembre del 1844, debe convertirse en un espacio para que gobernantes y gobernados estén obligados a seguir trabajando para lograr que la nación siga fortaleciendo la identidad de la nacionalidad como dominicanos.
El presidente de la entidad Feliciano Lacen Custodio, dijo que este aniversario de la Constitución de San Cristóbal, es propicia para hacer un llamado a los dominicanos para que conozcan, amen y respeten su Constitución como sendero virtuoso que conduce a la prosperidad, al progreso, a la justicia social y a la felicidad.
«Hay que rendir homenaje a una constitución política, reformada en 40 ocasiones, que en estos años de vigencia ha marcado los pasos para el desarrollo económico, bajo la base del Estado social y democrático de derecho», sostuvo el presidente de Codue.
Lacen Custodio sostuvo que como dominicanos tenemos que cuidar nuestra constitución de toda afrenta extranjera, consolidar nuestra democracia y ratificar nuestra independencia y soberanía nacional, enarbolando nuestra bandera en el firmamento para que los hijos de esta patria digan al mundo que somos dominicanos por raza y por orgullo, como fue el interés y deseo de Duarte y los patriotas.
«El apego y respeto, el cumplimiento por la ley de leyes fortalecerá las bases del Estado social y democrático de derecho al cual todos aspiramos y soñamos. Se requiere el establecimiento de una cultura del respeto a la Constitución, que promueva más la prudencia y la cordura en la vida diaria», añadió Lacen Custodio.
Que la celebración del 180 aniversario de la Constitución sea parte de nuestro caminar, como brújula al navegante, y que nos proteja contra el virus de la ignorancia. Sin dejar de tener presente los principios eternos de la Sagradas Escrituras que como le recomienda Pablo al joven Timoteo 3: 16-17. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.