SANTO DOMINGO.- Con el título del poema «Nada permanece tanto como el llanto», de Jacques Viau Renaud, así como con el recuerdo de los años de lucha contra la tiranía de Trujillo, humanismo y sensibilidad social por los más débiles, fue sepultado ayer el cuerpo del intelectual, abogado y profesor Antonio Lockward, en el cementerio Cristo Redentor.

Su hijo Raúl, acompañados de sus cuatro hermanos y otros familiares, recordó algunos de los episodios de su padre y el legado que este dejó para las presente y futuras generaciones en su lucha por las libertades públicas y la democracia.

Entre los combatientes que murieron por restaurar la democracia y las libertades en RD, en 1965, estaba el que para entonces era ya un conocido poeta, profesor en el Liceo dominicano: Jacques Viau Renaud, admirado por Pedro Lockward.

Viau Renaud murió a causa de un mortero lanzado por las tropas norteamericana, pero sus versos, eternos, cantan permanentemente la tragedia de Haiti, de todo el Caribe, las tragedias de toda Latinoamérica. «Nada -dijo él- permanece tanto como el llanto».

Raúl recordó que su padre fue gran admirador de Viau Renaud, a tal punto que fue quien leyó el panegírico en el sepelio del poeta dominico haitiano.

Durante sus palabras expresó su deseos de que el argumento ante la Corte Celestial que jugaría a su padre sea “Dios ama al dador alegre” porque así fue durante su vida en la tierra por 79 años.

“Todos lo dio, lo regaló; cobró una liquidación en una ocasión, lo regaló, no lo derrochó, y todos nosotros recibimos dinero de mi papá porque el viejo nunca guardó, siempre dio”, expuso frente al féretro.

Pidió al Todopoderoso, que en su infinita misericordia, perdone a su padre por haber dado tanto a quien lo necesitaba, porque quien da al pobre presta a Dios.

Considera que el único pecado de Antonio Lockward fue haber renegado de la Iglesia Católica porque curas adocenados al trujillismo lo vendieron a ese régimen y lo hicieron guarecerse en el seminario durante mucho tiempo porque Trujillo lo iba a matar.

Contra Trujillo
En la cárcel de La 40 Lockward fue torturado hasta en la silla eléctrica con apenas 17 años, al cuarto día lo llevaron al Palacio Nacional, ahí Trujillo hizo un espectáculo, donde estaba presente el nuncio de la época; lo mismo que relata el libro, “Los que falsificaron la firma de Dios”.
Trujillo les dijo que lo metieran al seminario hasta que él dijera, donde estuvo nueve meses sin poder hablar con nadie.
Cuando Trujillo lo ordenó, salió, aunque quería ser sacerdote, quedó tan disgustado con los curas, porque durante el camino del Palacio Nacional al seminario les decían muchísimas cosas, como que el seminarista que se metía en política no tenía vocación a lo que respondió: ´Los que no tienen vocación son ustedes, trujillistas´.
Murió abogando por la unidad del movimiento sindical, según narra su hijo.
Amor por la literatura

Don Antonio era un amante de la lectura, pero también de la escritura, a tal punto que casi muere declamando uno de sus poemas.

Entre sus obras se destacan algunas como: Hotel Cosmos, Espíritu intranquilo, Bordeando el Río, Los poemas del Ferrocarril Central, Se Me Muere Rebeca, Yo canto al tanque de lastre del Regina Express, Prisioneros del Claustro, Romper el Cerco, Madame Sagá, Antología de Juan Sánchez Lamouth, Haitianos y Cocolos en la Literatura Dominicana.
Lockward Artiles, nació en Santo Domingo el 25 de marzo de 1943. Escribió para las revistas ¡AHORA!, Testimonio, y Brigadas Dominicanas.

Fue fundador y activista del Movimiento Renovador de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), presidente de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED), decano de la Facultad de Humanidades, secretario general de la academia.

También, fue consultor jurídico y secretario general de la Junta Central Electoral (JCE), pero además, procurador general de la república adjunto.