SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La inestabilidad en el suministro de la energía eléctrica, y subida y baja constante del voltaje fue lo que provocó el incendio que calcinó a tres niños, de 9 meses, 2 y 4 años, la noche del pasado viernes, en la comunidad Los Toros, en Cambita Garabitos, provincia San Cristóbal.
Así lo consideran familiares y vecinos del lugar de la tragedia que conmociona a todos los lugareños de la comunidad, muchos de los cuales acompañan a los dolientes de las víctimas que ahora contemplan el punto donde estaba la humilde casa techada y cobija de zinc.
Nelly Hernández Rosario, la abuela de las víctimas, no titubeó para atribuir a la inestabilidad en el suministro de la energía eléctrica el fuego que borró por completo su vivienda con sus tres nietos: Yeiden, de 4 años;  Kairon, de 2 años, y Daniela, de apenas 9 meses de nacida.

 El menor Yeiden, de 4 años, el mayor de los tres calcinados por el fuego que borró la humilde casa de avuela, el pasado viernes en la noche, en Los Toros, Cambita Carabito, San Cristóbal.

Los fallecidos en el siniestro eran hijo de Martha Hernández, mejor conocida como Claribel, de apenas 19 años, quien se vio obligada a trabajar en una tienda China, en San Cristóbal para poder mantener a sus pequeños, porque los progenitores de estos no cumplían con sus responsabilidades de padres.

Daniela, de apenas 9 meses de nacida, quien corrió la misma suerte que sus dos hermanos de 2 y cuatro años.

Nelly Hernández narra que salió a un colmado que queda como a cinco minutos a comprar una masita y un refresco para la cena de los nietos y que cuando regresaba alcanzó a ver un fuego cerca de su casa, pero cuando estaba a punto de llegar, observó que era su humilde hogar que ardía en llama, pero aun así trató de entrar a rescatar sus nietos, pero cuatro vecinos la detuvieron, de lo contrario, se hubiera quemado también.

 Kairon, de 2 años, de quien solo quedan los recuerdos para sus familiares y vecinos en Los Toros, Cambita Carabitos.
 Expone que no tardó siquiera 10 minutos en regresar desde que salió al colmado, tiempo suficiente para perder a sus nietos, su vivienda y los pocos ajuares con que contaba.
Ese viernes, Martha Hernández (Claribel), la madre de los pequeños, estuvo en la casa llevando algo de dinero a Nelly para que comprara leche a los niños hasta que regresara de nuevo ayer domingo desde San Cristóbal con algo más de recursos, pero la tragedia se impuso en el camino.
Claribel apenas tenía tres meses que había salido de la casa, dejando a sus tres hijos con su madre Nelly, en busca de mejor vida en San Cristóbal, para ella y sus tres hijos, pero el sacrificio bue en vano.

Martha Hernández, mejor conocida como Claribel, de apenas 19 año, madre de los fallecidos, y Nelly Hernández, madre de la primera y abuela de los malagrados.

Dailin Hernández, el mayor de nueve hijos de Nelly, expresa que su hermana Claribel se vio obligada por necesidad de salir a buscar trabajo para mantener a sus hijos, porque los padres de estos no aportaban absolutamente nada.
Marileiny Hernández, también hija de Nelly, suplica para que el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) entre los cuerpos de los niños para darse cristiana sepultura.  
Los cadáveres de los niños se encuentran en el INACIF, ubicado en el Cementerio Cristo Redentor, Distrito Nacional.
El lugar de la tragedia es de difícil acceso, hay que caminar al menos minutos para llegar luego dejar el vehículo en la carretera, por eso los bomberos tuvieron que llegar caminando con extintores a manos, porque era imposible llevar agua.
Celestina de la Cruz, vecina del lugar, señala que el voltaje en el servicio eléctrico se mantuvo subiendo y bajando durante todo el día, lo que al parecer provocó el siniestro.
Considera que la inestabilidad de la energía eléctrica se combinó con la irresponsabilidad de los padres de los niños calcinados, lo que hizo que la madre, Claribel, fuera empujada por la necesidad a abandonar sus hijos para salir a buscar el sustento.
La gobernadora de San Cristóbal, Pura Casilla, prometió levantar la casa a Nelly Hernández, quien ahora vive arrimada en la casa de su hijos Dailin con apenas la ropa que llevaba puesta la noche del incendio.