SANTO DOMINGO.- Inseguridad ciudadana con robos, atracos, asaltos, ocupación de espacios públicos, bullicios, carencia de servicios fundamentales como agua potable, energía eléctrica, salud y educación, hastían  a los habitantes de sectores de Santo Domingo.

Así lo consideran al menos cinco sacerdotes de igual cantidad de parroquias, ya que así se los expresan los feligreses que asisten a los templos, preocupados por la situación que padecen, y que en ocasiones limita hasta la  asistencia a los templos por temor a ser víctima de los delincuentes.

Consultados por separados, suman a esto el deterioro de las familias, en que en la mayoría de los hogares la mujer ejerce la función de madre y padre, con todas las consecuencias que ello implica para la sociedad.

José Luis Hernández, párroco de la iglesia  San Pablo Apóstol, en La 40 de Cristo Rey, cita la inseguridad ciudadana como el principal escollo que confrontan quienes habitan esa barriada, ya que raterismo está presente en todos lados a pesar de que por esa lugar inició el programa de seguridad por parte del gobierno.

Señala además la intranquilidad que provocan los denominados “teteos” en establecimientos como colmados y otros que al parecer nadie controla, ya que inician pasadas las 10:00 de la noche y siguen hasta altas horas de la madrugada sin que nadie intervenga.

“Aquí cualquier cierra una calle para una fiesta, los vecinos no pueden dormir, la Policía Nacional hace caso omiso de lo que ocurre, los agentes pasan pero no hacen nada”, explica.

Denuncia que hace dos semanas a la parroquia penetró un ladrón y cargó con celulares y otros objetos, pero a pesar de que fue captado por cámaras las autoridades no han capturado al responsable.

Sostiene que la delincuencia ha llegado tan lejos que muchas familias han tenido que reforzar las verjas de sus hogares, lo mismo que muchos establecimientos comerciales.

Menciona como otra de las dificultades la falta de suministro de agua potable, pero además la ocupación de los espacios públicos, ya que cualquier monta un taller en las aceras y calles, así como una escalera, sin que la autoridad municipal actúe para evitarlo.

De su lado Pedro Vásquez, párroco de la iglesia San Mateo Apóstol, en Villas Agrícolas, y de Nuestra Señora del Pilar, en el ensanche La Fe, define la inseguridad ciudadana como el mayor problema que enfrentan los parroquianos, que atribuye además al micro tráfico y la lucha por puntos de drogas que desestabiliza los barrios.

A esto agrega, la carestía de los productos de la canasta básica y la falta de oportunidades para los jóvenes, tanto para empleos como para estudiar, así como la descomposición familiar, lo que constituye un caldo de cultivo para la delincuencia.

Llama la atención la gran cantidad de talleres en calles, aceras y otros espacios públicos, pero que a pesar de alertar a las autoridades municipales no hacen nada para evitarlo.

Clailson Nastal Bartp, párroco de Santa Ana de Gualey, deplora la falta de oportunidades para niños y jóvenes, el micro tráfico, así como también de la ruptura del núcleo familiar, factores que inciden para que muchos se inserten en la delincuencia.

Observa déficit en la educación infantil, por lo que una gran cantidad de madres no encuentran espacios para dejar a sus hijos para ella irse a trabajar, pero también más inversión en centros de atención primerias, como el que existe en la parroquia, donde hacen de tripa corazón para mantener el centro.

Jit Manuel Castillo, de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, en Villa Duarte, Santo Domingo Este, señala que además de la inseguridad ciudadana, la zona carece de un servicio agua potable efectivo, de energía eléctrica, pero también el “teteo” en algunos lugares patrocinados por jóvenes que instalan sus vehículos hasta altas horas de la noche.

Destaca que la inseguridad ha crecido de tal forma que la parroquia ha tenido que variar los horarios de algunos actos nocturnos porque los feligreses temen ser asaltados.

Jit Manuel, de la congregación San Francisco de Asís, precisa que estas acciones se producen en los sectores Pueblo Nuevo, La Francia y Calero, donde no respetan a los adultos mayores ni a los enfermos.

El tema de la delincuencia provocó hace poco que las parroquias Domingo Savio, San Ignacio de Loyola y San Martín de Porres, llamaran la atención de las autoridades con una caminata por los barrios La Ciénaga, Los Guandules, Guachupita y Luz y Vida.

El cura Eduardo Figueroa (Macoby) deploró la inseguridad en la zona que ha provocado la muerte de varias personas últimamente, pero también criticó la forma del proceso de desalojo para dar paso al proyecto Nuevo Domingo Savio.